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mardi 16 juin 2009

La Cofradía de San Vicente de Champlitte / La Confrérie de Saint Vincent de Champlitte

Español
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Fundada en 1619, en una época marcada en Champlitte por un gran fervor religioso y la instalación de dos importantes monasterios, la Cofradía de San Vicente es en la actualidad uno de los pilares de la vida cultural y espiritual de Champlitte. Su existencia garantiza la preservación de tradiciones y valores que en muchos otros poblados se han ido perdiendo y que contribuyen a conservar la autenticidad y el caracter de la ciudad y de su región.
Esta cofradía también ha sido un fuerte vínculo entre los colonos de San Rafael y Jicaltepec y su tierra de origen. El historiador Jean-Christophe Demard menciona en su libro Río Bobos, cuenca baja. Historia de una integración francesa, que en las primeras décadas de la colonia, muchos emigrantes seguían pagando sus cuotas a la cofradía, como son los casos de Nicolas y Christophe Pernot, Nicolas Doignon-Marcoud y François Doignon. El último chanitense que perteneció a la cofradía fue Ambrosio Stivalet, quien continuó siendo miembro hasta 1892.
En épocas recientes, el apego de la cofradía a la amistad franco-mexicana se sigue poniendo de manifiesto de diversas maneras, por ejemplo, mediante el apoyo a la traducción al español del libro de Jean-Christophe Demard anteriormente citado, mediante la presencia regular e intronización de mexicanos en la tradicional fiesta de San Vicente o a través del reciente proyecto de rescate en el cementerio de Champlitte de las tumbas de emigrantes que volvieron de México y de sus antepasados.

Profundos lazos unen a la Cofradia de San Vicente con las orillas del río Bobos
Des liens très étroits existent entre la Confrérie de Saint Vincent et les rives du Bobos
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La Cofradía de San Vicente también es depositaria de un gran patrimonio cultural, tangible e intangible. Bajo su cuidado se encuentra el manuscrito del reglamento y los registros de la cofradía desde principios del siglo XIX, documento centenario de gran valor en el que, por el ejemplo, los descendientes de los colonos franceses en la cuenca baja del Bobos pueden encontrar a sus ancestros que formaban parte de la cofradía (ver imágenes al final del artículo). De igual modo, a esta organización le debemos una de las principales manifestaciones culturales de Haute-Saône: la fiesta de San Vicente. A través de ella, se preservan la memoria histórica, las tradiciones culinarias, la indumentaria tradicional de los viticultores y una serie de valores como la solidaridad, vinculados con su modo de vida de antaño. La Cofradía de San Vicente ha sabido conservar intactos la tradición y su esencia, y ha escapado a la tentación mercantilista que habría reducido esta manifestación cultural y espiritual a una simple feria comercial con toques de folklore. Y para conocer un poco más sobre esta celebración, qué mejor que retomar la descripción hecha por Jean-Christophe Demard, uno de sus principales promotores, en su libro La Saga du Haut-Gué:

La mañana del 22 de enero está dedicada a la fiesta religiosa. Esta comienza en la casa del « Rendant », es decir, el mayordomo del año anterior que tuvo bajo su custodia a la estatua de San Vicente y a quien le corresponde entregarla. Es en esa misma morada donde los miembros de la cofradía se deben reunir, incluyendo a los « épousés » de la fiesta a los que se les han entregado las insignias de honor.
Alrededor de las diez de la mañana, el sacerdote de la parroquia, acompañado por representantes del clero, por los chantres (responsables del coro de la iglesia) y por los monaguillos, sale rumbo a la iglesia con gran solemnidad para dirigirse a casa del nuevo mayordomo de la fiesta, conocido como « bâtonnier »; el monaguillo que debe portar la estatua de San Vicente lleva una capa roja de la cofradía y una corona de rosas rojas. Detrás de él, otros dos monaguillos llevan sobre sus hombros una especie de charola. Luego, en casa de la familia donde San Vicente fue acogido durante todo el año, los miembros de la cofradía degustan fraternalmente una copa de vino.


Monaguillo portador de San Vicente, vestido tal como se describe en el texto del padre Démard
Enfant de choeur portant Sain Vincent, habillé selon la description que fait l'abbé Demard dans son livre

Después de las oraciones rituales dichas por el sacerdote de la parroquia que dirige los agradecimientos a la familia « rendente » (la que entrega la estatua de San Vicente), se fija la estatua del santo al asta que lleva el monaguillo con la capa roja ; a continuación se colocan en la charola, en medio de racimos de uva, rototas de un peso total de cinco libras aproximadamente, puestas una sobre otra para formar una pirámide ; esta ofrenda, al igual que un pequeño tonel del último vino decorado de la misma manera, es llevada por jóvenes viticultores.
-Le primera rotota está resrevada para el « château », destinado al mayordomo entrante
-La segunda, es para el sacerdote de la parroquia
-La tercera es para los monaguillos
-Las otras son repartidas a los fieles en pequeños trozos durante la misa.
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Ofrenda de rototas
Offrande de brioches

A continuación, la procesión vuelve hasta la iglesia en donde se celebra una misa solemne durante la cual se presentan las ofrendas y el cirio de la cofradía. Después de la misa, una procesión conduce la estatua de San Vicente a casa del nuevo « bâtonnier ». Durante esta marcha se cantan letanias de los santos. Después de las oraciones rituales, se invita a todos los participantes a formar parte de la fiesta mediante la degustación de vinos locales, tartas y buñuelos preparados por la familia que tiene la custodia del santo.

« Les Epousés »
Independientemente de las fiestas religiosas, la Cofradía de San Vicente ha conservado una costumbre muy pintoresca, que consiste en nombrar a una de las jóvenes de la región como la « épousée » de la fiesta. La elección la realizan el « bâtonnier » del año en curso y los miembros de su familia, en acuerdo con la dirección
de la cofradía.
La « épousée » tiene el privilegio de elegir a un « épousé », al que se le colocará la cocarda de honor conformada por un ramo de espino atado con listones blancos y rojos muy largos y anchos que deben colgar hasta la altura de la rodilla. El sombrero del « épousé » también va decorado con listones de los mismos colores. Los privilegios reservados a esta joven pareja son, en primer lugar, abrir el cortejo colocándose justo detrás del porta bastón, así como un lugar de honor en la iglesia y en las comidas del día. Es también esta pareja la que enciende el fuego de la alegría por la noche, preparado con sarmientos de viña y comienza el baile alrededor de la fogata.

Les épousés

Las imágenes y los ramos
El domingo anterior a la fiesta el sacerdote bendice las imágenes y los ramos durante la misa parroquial.
Hay tres ramos :
-el primero se le coloca a la estatua de San Vicente en el altar que le está dedicado en la iglesia parroquial.
-el segundo se le coloca a la estatua que conservará el nuevo mayordomo durante el tiempo que ocupe esta función.
-el tercero es colocado en la morada del mayordomo seleccionado entre los miembros de la cofradía.

La entrega de los santos (imágenes de San Vicente)
En la víspera de la fiesta, los jóvenes colocan imágenes de San Vicente en la puerta del hogar de cada uno de los miembros de la cofradía. La retirada de los santos se realiza el domingo siguiente y consiste en quitar las imágenes de las puertas y entregarlas a las familias, quienes a cambio darán un poco de dinero. Una parte de éste se utilizará en la ayuda a los pobres y el resto será una contribución para que el mayordomo pueda pagar los gastos de organización de la fiesta. Tanto la colocación como la retirada de los santos se realizan bajo la música de instrumentos rústicos.

La importancia de la fiesta
La comida tradicional siempre ha sido uno de los elementos importantes para la comunidad vitícola. Esta se componía invariablemente de:
-andouille de la región
-frijoles bayos
-paleta de cerdo
-queso de Langres y
-tarta de calabaza
Estos platos siguen presentes en el menú de la fiesta de San Vicente.
Entre los viticultores, la fiesta dura mucho tiempo; en Champlitte duraba ocho días. Los viticultores iban de casa en casa para porlongar los ágapes. Pero si la fiesta duraba ocho días, no hay que olvidar que se trataba de la única ocasión en que nustros viticultores cometían algunos ligeros excesos.
Estas cofradías son el testimonio vivo de una expresión comunitaria de la fé, pero también de una fuerte solidaridad material y espiritual.

Esta fiesta refuerza en las jóvenes generaciones el apego a su historia y a sus tradiciones.
Cette célébration renforce l'attachement des jeunes générations à leur histoire et à leurs traditions.
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Français

Fondée en 1619, à une époque marquée à Champlitte par une grande ferveur religieuse et l’installation de deux importants monastères, la Confrérie de Saint Vincent constitue actuellement l’un des piliers de la vie culturelle et spirituelle de Champlitte. Son existence garantie la préservation de traditions et de valeurs qui ont tendance à disparaître dans d’autres villes et qui contribuent à conserver l’authenticité et le caractère de Champlitte et de sa région. Auparavant, cette confrérie représenta un lien fort entre les colons chanitois de San Rafael et de Jicaltepec et leur terroir. L'historien Jean-Christophe Demard mentionne dans son livre Emigration française au Mexique que pendant les premières décennies de la colonie, de nombreux émigrés continuèrent de payer leur cotisations, tels Nicolas et Christophe PERNOT, Nicolas DOIGNON-MARCOUD et François DOIGNON. Le dernier chanitois du Mexique ayant appartenu à la confrérie fut Ambrosio Stivalet, qui en resta membre jusqu’en 1892.

Plus récemment, l’attachement de la Confrérie à l’amitié franco-mexicaine continue à se manifester de plusieurs façons, par exemple : le soutien à la traduction en espagnol du livre Rio Nautla de Jean-Christophe Demard, la présence régulière de mexicains à la traditionnelle fête de la Saint Vincent avec l’intronisation de plusieurs d’entre eux, ou encore le projet de sauvetage des tombes ayant appartenu aux migrants qui retournèrent du Mexique et à leurs ancêtres.
La Confrérie de Saint Vincent est la dépositaire d’un grand patrimoine culturel, tangible et intangible. Par exemple, elle conserve le manuscrit contenant les statuts et les règlements, ainsi que le registre des membres de la confrérie depuis les débuts du XIXè s. Il s’agit d’un document centenaire d’une grande valeur puisqu’on y retrouve, entre autres, les colons de San Rafael et Jicaltepec qui appartinrent à la confrérie. On doit également à cette confrérie l’une des principales manifestations culturelles de Haute-Saône : la fête de la Saint Vincent, célébration qui contribue à la préservation de la mémoire historique, des traditions gastronomiques, des habits traditionnels des vignerons et de toute une série de valeurs liées à leur mode de vie d’antan, tels que la solidarité. La Confrérie de Saint Vincent a su conserver intacte la tradition et son esprit et a su échapper à la tentation d’une vision mercantiliste qui aurait réduit cette manifestation culturelle et spirituelle à simple foire commerciale saupoudrée de folklore. Et pour connaître un peu plus sur cette célébration, rien de tel que de citer la description que Jean-Christophe Demard, l’un de se principaux promoteurs, en fait dans son livre La Saga du Haut-Gué :
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Le matin du 22 janvier est réservé à la fête religieuse. Elle commence chez le « Rendant », c’est-à-dire la famille qui a eu la garde de la statue du Saint pendant l’année qui vient de s’écouler. C’est dans cette demeure que les membres de la confrérie doivent se réunir, y compris « les épousés » de la fête auxquels on a remis les insignes de leur dignité.
Vers dix heures, le curé de la paroisse accompagné du clergé, des chantres et des enfants de chœur, part à l’église en grande solennité pour se rendre chez le « bâtonnier » ; celui des jeunes garçons qui doit porter la statue de Saint-Vincent est vêtu de la chape rouge de la confrérie et couronné de roses rouges. Derrière lui, deux autre enfants de chœur portent sur leurs épaules une sorte de plateau. Puis, dans la famille où Saint Vincent a été l’hôte durant toute l’année, les membres de la confrérie dégustent fraternellement un verre de vin.
Après les prières rituelles récitées par le curé de la paroisse qui adresse ses remerciements à la famille « rendente », la statue du saint est fixée à la hampe tenue par le jeune en chape rouge; puis sur le plateau, parmi des raisins et des roses artificielles, on place des brioches, du poids de cinq livres environs, dont l’ensemble a forme pyramidale ; cette offrande est portée par des jeunes vignerons, comme d’ailleurs un petit tonnelet du dernier vin, présenté de la même façon.
- La première brioche est réservée pour le « château » destiné au « Prenant ».
- La seconde, au curé de la paroisse.
- La troisième, pour les enfants de chœur.
- Les autres, sont distribuées en morceaux au cours de la messe des fidèles.

Offrande de vin nouveau
Ofrenda de vino nuevo

On revient en procession à l’église où est célébrée une messe solennelle durant laquelle sont présentées les offrandes et le cierge de la confrérie.
Après la messe, la statue de Saint Vincent est reconduite en procession chez le nouveau bâtonnier. Pendant cette matche, sont chantées le Litanies des saints. Après les prières rituelles, chaque participant est invité à participer à la fête, en dégustant les vins du pays, tartes et beignets offerts par la famille qui a la garde du Saint.

Les Epousés de la fête
En dehors des fêtes religieuses, la Confrérie de Saint Vincent a gardé une coutume très pittoresque, celle de « l’Epousée » de la fête qui est choisie parmi les jeunes filles du pays, par le bâtonnier de chaque année et les membres de sa famille, en accord avec le directoire de la confrérie.
La jeune épousée a le privilège de choisir elle-même son « épousé », auquel on remet la cocarde d’honneur formé d’un bouquet d’aubépine noué par de longs et larges rubans blancs et rouges qui doivent descendre au moins à la hauteur du genou. Le chapeau de ce dernier est également orné de rubans de même couleur. Les privilèges réservés à ce jeune couple sont d’abord d’ouvrir le cortège en se plaçant directement derrière le porteur du bâton ; une place d’honneur lui est réservée à l’église, de même qu’aux repas de la journée. C’est lui qui allume le feu de joie de la soirée préparé avec des sarments de vigne et commence la danse autour du brasier.

Procession
Procesión

Les images et les bouquets
Le dimanche précédent la fête, les images et les bouquets de Saint Vincent sont bénis par le prêtre lors de la messe paroissiale.
Les bouquets sont au nombre de trois :
-le premier est remis à la statue de Saint Vincent surmontant l’autel qui lui est dédié dans l’église paroissiale.
-le second est remis à la statue conservée par le « Receveur » de la confrérie et qui la garde tant qu’il occupe cette fonction.
-le troisième enfin est fixé à la demeure du bâtonnier choisi parmi les membres de la confrérie

La remise des saints (images de Saint Vincent)
La veille de la fête, les images sont fixées à la porte de la demeure de chaque membre de la confrérie par les jeunes gens du pays. La relevée des saints a lieu le dimanche suivant. Celle-ci consiste à retirer l’image fixée à la porte et à la remettre à la famille, qui en retour donne un peu d’argent dont une partie sera réservée au services des pauvres ; l’autre sera une aide au bâtonnier pour qu’il puisse payer les frais d’organisation de la fête. Cette pose et cette relevée des saints se déroulent au son des instruments rustiques.

L’importance de la fête
Le repas traditionnel a toujours été un des éléments importants de la communauté vigneronne. Il se composait invariablement :
-d’andouilles du pays
-de haricots
-de paie de cochon (épaule)
-de fromage de Langres
-de tarte à la courge
Ces plats sont encore présentés aujourd’hui dans le menu de la Saint Vincent.
Chez les vignerons, la fête dure longtemps ; à Champlitte, elle durait huit jours. Les vignerons allaient les uns chez les autres pour continuer les agapes. Mais si la fête durait huit jours, il faut rappeler que c’était la seule fois où nos vignerons « faisaient quelques petits excès ».




Estatuto y reglamento de la Cofradía de San Vicente de Champlitte
(principios del s. XIX)

Status et règlements de la Confrérie de Saint Vincent de Champlitte
(début du XIXè s.)






Registro en el que aparecen apellidos de familias que emigraron a México (en estas páginas: Guyet, Millot y Henriot)
Registre sur lequel apparaissent des noms de familles ayant émigré au Mexique (sur les pages ci-dessus: Guyet, Millot et Henriot)

Biliografía en español :
DEMARD, Jean- Christophe.
-Río Bobos, cuenca Baja. Historia de una integración francesa.
Ed. Sánchez y Gádara. México, 2005.

Bibliographie en français :
DEMARD, Jean-Christophe.
-La Saga du Haut-Gué. Champlitte-Montsaugeon :
Mémoire Populaire d’un terroir français.
ERTI, 1987
-Emigration française au Mexique. D. Guéniot, 1995

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